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viernes, 19 de noviembre de 2010
Ricardo Luque - Recordando a don Tino
Recordando a don Tino
César Ricardo Luque Santana
El viernes 12 de noviembre se cumplió el noveno aniversario luctuoso de Justino Ávila Arce quien fuera presidente municipal de Tepic durante un poco más de dos años, desde mediados de 1999 hasta finales del 2001. Don Tino como le decía todo mundo, murió de un cáncer poco después de su segundo informe de gobierno. Su fallecimiento inesperado nos llenó de consternación a sus familiares, amigos, correligionarios, colaboradores y a muchísimos ciudadanos que reconocieron su buena gestión al frente del gobierno municipal de Tepic. Hoy en día, seguimos extrañando su prudencia, honestidad y sentido de responsabilidad como gobernante, cualidades que para desgracia de todos, la mayoría de nuestros políticos carecen.
Don Tino es considerado por propios y extraños como uno de los mejores presidentes municipales que ha tenido Tepic en los últimos tiempos, pues se distinguió como alcalde por ser un hombre de trabajo, serio, austero, con una gran personalidad para resistir todo tipo de presiones de un sector de la prensa corrupta que todos los días lo insultaban y calumniaban porque se negó a darles dinero público a cambio de adulaciones o para guardar un silencio cómplice. Actuó con firmeza también ante el propio gobernador emanado al igual que él de una alianza electoral pluripartidista haciendo respetar siempre la autonomía política del Ayuntamiento de Tepic, contrario a las prácticas priistas de ayer y hoy donde los alcaldes del PRI al igual que sus diputados, son de facto empleados del gobernador priista en turno. Supo asimismo negociar, conciliar y hacer respetar el proyecto de gobierno municipal ofertado a los electores con un cabildo de mayoría panista. También fue capaz de hacerle entender a los correligionarios de su partido el PRD, que un gabinete se conforma con ciudadanos capaces sin importar su militancia política. Tampoco cedió ante los chantajes de algunas organizaciones sociales de tipo clientelista que mediante plantones afuera del Palacio Municipal querían obligarlo a ceder en sus pretensiones. Se mantuvo firme cuando consideraba que esas demandas no eran legítimas o que no había manera de satisfacerlas sin ocasionar un daño mayor a la Ciudad, pero se abstuvo de usar la fuerza pública para reprimir las inconformidades sociales aunque no tuvieran razón.
Puedo dar testimonio de su desempeño público en algunos puntos porque tuve la fortuna de ser funcionario municipal del XXXV Ayuntamiento de Tepic (1999-2002) y compartir con don Tino la gestión de un buen gobierno donde por un lado, en lo interno, se metió orden en el funcionamiento de la administración que operaba en forma más o menos caótica, con lentitud en algunos servicios, donde nadie sabía incluso cuántos servicios ofrecía el Ayuntamiento ni existía tampoco por supuesto una documentación de cada procedimiento; y por el otro lado, en lo externo, se trabajó para beneficiar a la sociedad no sólo con obra pública la cual orientó a obras de infraestructura esenciales para la Ciudad y el municipio que otros alcaldes habían evitado porque creían que no les era rentable políticamente innovando en ese sentido, sino transparentando los usos del dinero público e impulsando diversas formas de participación ciudadana mediante la implementación de audiencias públicas semanales donde él y todos los funcionarios del Ayuntamiento atendían las peticiones de los ciudadanos tanto en lo referente a necesidades individuales como colectivas a través de sus representantes, dando la cara para escuchar las distintas peticiones proporcionando respuestas con sensibilidad y voluntad, sin más limites que los establecidos por la ley y por los recursos disponibles de la institución, sin incurrir nunca en actitudes populistas y sin crear falsas expectativas. Asimismo, impulsó informes públicos cuatrimestrales en el patio central del Palacio Municipal para dar a conocer las actividades de cada dependencia del Ayuntamiento para dar cuentas claras a la sociedad sometiéndose a su escrutinio público en forma directa y sin cortapisas. En dichos informes se daban citas entre otros, los representantes de los ciudadanos de los Comités de Acción Ciudadana así como ciudadanos a título personal con derecho todos de opinar libremente.
Don Tino era un hombre donde uno como colaborador podía darle su punto de vista con libertad e incluso discrepar de él en algunos puntos. Su tolerancia y apertura para dialogar era una constante en él. Jamás le ganó una tentación autoritaria de querer imponer sus puntos de vista tomando decisiones unilaterales o haciendo caso omiso de los acuerdos contraídos. Entendía que el gobierno municipal debía ejercerse en forma horizontal no sólo por ser el ámbito de gobierno más cercano a los ciudadanos, sino porque el propio gobierno municipal es de naturaleza colegiada. Por ello, cuando había un asunto delicado, nos convocaba a los regidores de cada partido y a un grupo de funcionarios cercanos a él y nos decía: “tenemos un problema”. Es decir, sometía las cosas más importantes a la consideración del equipo gobernante para entre todos encontrar las soluciones más pertinentes.
Esta actitud de don Tino ajena al vedetismo político en boga, revela en gran medida su modo de ser y la enorme diferencia que tiene con la mayoría de los políticos de esa época y de ahora. Jamás usó el poder para su proyección personal, nunca le importó el culto a la personalidad ni creyó que la democracia se redujera a la mercadotecnia. En este tenor, nunca aceptó los “consejos” de quienes le decían que debía aprovechar los logros de su gobierno para su proyección personal, para hacer futurismo político, para posicionarse para otro cargo. Él decía que las cosas se dan por añadidura, que la mejor forma de obtener el reconocimiento de sus conciudadanos estaba en el trabajo mismo y no en la mera propaganda. Don Tino creía firmemente que en una democracia los ciudadanos premian o castigan a sus representantes populares por su desempeño. Tal vez no sea del todo así, pues se ha demostrado en algunos casos que quienes han obtenido financiamientos para sus campañas más allá de lo que marca la ley han podido obtener victorias electorales. Pero por otro lado, don Tino demostró que haciendo bien las cosas, a pesar de tener a casi toda la prensa en contra como a él le sucedió, logró obtener una enorme popularidad todavía en vida. Muchos estamos convencidos que de no haber fallecido don Tino hubiera sido sin duda alguna el gobernador de Nayarit, pues su buena fama había llegado a los demás municipios del estado.
Podría seguir diciendo muchas cosas positivas de don Tino de su paso breve pero exitoso por la vida política pero desbordaría el espacio periodístico con el que cuento. Me conformo con dar un testimonio de mi relación con él como su colaborador en el XXXV Ayuntamiento de Tepic, manifestando públicamente mi gratitud hacia él por haberme incorporado a su equipo de trabajo y que siempre me sentiré honrado de haber servido a mi Ciudad bajo el liderazgo de este gran hombre que hoy tanta falta nos hace no sólo en Tepic sino en México.
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