Las incongruencias del cacique
Liberato Montenegro
Maestro Fausto Luque Santana
Escuché en un noticiero local de
televisión hace unos días, una declaración del cacique magisterial Liberato
Montenegro Villa, quien categóricamente opinó que no debería aplicarse la
evaluación universal a los maestros de educación básica de la Secretaría de
Educación Pública del Estado de Nayarit (SEPEN), e incluso, con falsa modestia,
enfatizó que vertía su opinión como “ciudadano” y no como dirigente perpetuo de
la sección XX o “líder moral” como eufemísticamente sus incondicionales le
suelen llamar para encubrir a quien tiene el poder real del sindicato
magisterial (SNTE) en Nayarit. Resulta obvio pero quiero subrayarlo, que un
personaje enquistado como cacique magisterial, que opina en los medios sobre
problemas relativos a la educación básica, no puede opinar como simple
ciudadano porque no puede despojarse objetivamente de su investidura –sin
importar que ésta sea espuria- de dirigente charro de los profesores de
educación básica de la SEPEN.
La actitud incongruente del cacique magisterial no se debe a
su estado de decrepitud avanzada, sino a su cinismo característico de
irrespetar los convenios que nombre a de los profesores de educación básica (cuyo
parecer no es tomado realmente en cuenta), los dirigentes sindicales vitalicios
como él y Elba Esther Gordillo suscriben con el gobierno; y a su inveterada
manía de manejar de manera discrecional los asuntos sindicales y las políticas
educativas donde suele incurrir en posturas que solo reflejan sus intereses personales
y los de su camarilla y no la de los maestros ni mucho menos de los verdaderos
intereses de la sociedad. Su manejo faccioso y tendencioso en los asuntos
públicos está siempre condicionado por su actitud patrimonialista donde los
maestros solo cuentan como borregada para ejercer presión al gobierno en turno
en busca de canonjías y posiciones para su grupo de allegados.
Esto no significa que el rechazo de muchos maestros a dicha
evaluación no sea válido en ciertos aspectos, pero es necesario señalar asimismo
que los maestros no nos negamos a ser evaluados y de hecho todos los que somos
asalariados del Estado debemos rendir cuentas a los contribuyentes sobre nuestro
desempeño. Tampoco me parece éticamente incorrecto transferir las plazas a
nuestros descendientes directos siempre y cuando tengan los perfiles idóneos y
se cumpla una normatividad institucional de manera que no se violen derechos de
terceros. No se trata en este punto de una herencia a la manera de un
patrimonio físico como un bien inmueble, sino de un trato preferencial
entendido como una conquista laboral sana que por cierto ocurre en otras
instituciones públicas y que desde luego debe ser regulada para evitar
perjuicios. Lo que no se vale es que un sujeto enquistado en el poder sindical maneje
a su antojo las plazas de los maestros incurriendo en un tráfico inmoral e
ilegal de las mismas. Lo que molesta a los maestros que honestamente hacen su
chamba, es que su sindicato, que debe ser un instrumento de lucha que defienda sus
intereses y los de la educación de los mexicanos porque ambos no están reñidos
entre sí, sea en la práctica una instancia que está secuestrada por un grupo de
bribones los cuales constantemente utilizan contra su voluntad a los maestros en
actividades políticas que solo benefician al cacique y a su mafia. Admito desde
luego que habrá profesores sin dignidad que no les molesta actuar servilmente
con el cacique para congraciarse con él buscando prebendas en vez de ganarse
ascensos de manera honesta e institucional a través de las mejoras en su
formación y desempeño profesional, mismas que deben abonar o traducirse en resultados
positivos en la calidad educativa.
En esta coyuntura electoral, su conducta ambigua y
oportunista oscila entre Enrique Peña Nieto y el PANAL de Elba Esther Gordillo,
todo sea por perpetuarse en el poder político y sindical.
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