martes, 16 de marzo de 2010

Arturo Camarena - En estado de gracia

DESDE MI OPTICA (ALLENDE)

En estado de gracia

Arturo Camarena Flores

La novela es el pariente pobre del cuento
Luis Leal (1907-2010)

A Edgar R. Arellano Ontiveros (a) “El Pipiripau”, le da gusto regalar libros y reprimendas a tirios y a troyanos por ser él un insaciable e inteligente lector, lo cual le facilita el bien escribir, punto en el cual amigos y enemigos estamos de acuerdo. Generoso al extremo en cuanto a repartir sarcasmos en su leída columna El Cotarro Político de hace una semana, le envió a los miembros “culturosos” del CECAN (con foto al calce de su director), un utilísimo recurso denominado “Discurso Doméstico”, para decirlo en cualquier ocasión cambiando sólo a quienes va dirigido. Recibí de sus manos varios libros, uno sobre la vida de Edmundo Valadés, como él, escritor, periodista, editor, divulgador literario y enamorado de las mujeres.

Miguel Ángel Sánchez de Armas logró convencer a Edmundo Valadés (1915-1994) que le hablara de su vida a una grabadora de la cual salieron las palabras que se hicieron letras que leí en el libro “En estado de gracia”, 1ª edición 1997, Conaculta. Contiene relatos que debe usted leer cuando quiera vivir las aventuras de un niño que a los 11 años de edad escribió “El torero mentiroso”, comedia en 8 actos y que por la orfandad fue llevado de Guaymas al Distrito Federal donde como todo joven brioso, abandona la secundaria, se hace adicto al billar y en aventura a Monterrey, duerme en bancas de algún parque y viaja de trampa en el tren. También gracias a su buena memoria, puede revivir trascendentes épocas históricas del México, vívidas por el autor entre 1943-1990.

Este singular personaje se dedicó al periodismo tal como lo hicieron su abuelo y su padre, publicando en La Paz el semanario Baja California el primero, y escribiendo dos libros el segundo, además de ser corrector de pruebas en la Revista Hoy, donde él también sería periodista y luego jefe de redacción, siendo el director don Regino Hernández Llergo. Más que los cuentos incluidos en “El libro de la imaginación” (1970), me causó gran emoción su reportaje de 1941, “El cuatro vientos”, donde relata en 33 páginas la odisea de encontrar el avión caído entre la selva de Puebla y Oaxaca en 1933. Me emocioné por que también estuve en el rescate de los restos de 7 ocupantes del avión DC-3 que se perdió durante 30 días (en 1967) en la Sierra de los Tuxtlas, Veracruz. La opinión general era que los ingenieros petroleros se habían ido a Cuba para apoyar al castrismo. En ambas tragedias se vio la maldad y el pillaje de los lugareños, pero los audaces pilotos españoles, Mariano Barberán y Joaquín Cóllar fueron presa de las fieras con machetes y pistolas. Venían de Cuba después de haber llegado ahí sin escalas desde Sevilla. Una multitud se quedó esperando su llegada a México DF. Ocho años después se hizo pública toda la verdad gracias a los reportes de Edmundo Valadés cuya producción literaria fue breve pero grande su “obra maestra”, la revista “El Cuento”, la que usted nuevo lector, por supuesto la desconoce, al igual que sus ensayos, pero le diré que en la lectura dice: “Poder leer es ya no volver a estar solo”, frase que por sí misma puede cambiar el curso de una vida.

Algunos de sus libros y de sus compilaciones temáticas son: “La muerte tiene permiso” (1955); “La revolución y las letras” (1960); “Las dualidades funestas” (1967); “El libro de la imaginación” (1970); “Por los caminos de Proust” (1974); “La picardía amorosa” (1988); “Ingenios del humorismo” (1988); “Amor, amor y más amor” (1989); “Los infiernos terrestres” (1989).

Relata que su padre murió a los 103 años, misma edad que este año cumpliría el también escritor, especialista en el cuento y crítico literario Luis Leal, a quien recién conocí en una entrevista por TV (1997), en el programa Tratos y Retratos de Silvia Lemus. En un hermoso diálogo este autor, a los 100 años comentó todo lo que hay que saber sobre el cuento y de sus labios escuché que nuestro Amado Nervo se adelantó a las narraciones de ciencia ficción con “El Congelado”. Antes les había yo escuchado la misma apreciación a los escritores de talla mundial, Arturo Azuela y Hugo Gutiérrez Vega. Esta digresión (que no la es), viene al caso por que en la hora completa nunca mencionaron ni la obra ni el nombre de Valadés, que publicó mil cuentos y leyó diez mil. Acerca de él, Enmanuel Carballo, personaje que “me trató mal en el pasado”, dejó dicho que los grandes orientadores culturales en México han sido Alfonso Reyes, Emilio Pacheco y Edmundo Valadés. Y en verdad, deja mucho aprendizaje este libro. Cómo no voy a simpatizar con quien escribe como él: “Una cosa sí conquisté: que nunca me sometí a un horario durante los años que fui empleado. Veinticuatro años he trabajado sin horario”.

El joven que creció creyendo que era feo (en su casa le llamaban atepocate), a los años vio su foto cuando tenía 18 años y se dio cuenta de su error. Eso y otros prejuicios hicieron incluso pensar alguna vez en el suicidio. Aconseja: “A las mujeres hay que fingirles celos. Lo agradecen profundamente. Con las mujeres he perdido mucho tiempo y dinero. Me han constado no sé cuantos departamentos, cuantas casas”. A los 38 años de edad miró al cielo pidiendo un deseo y en ese momento nacía una niña que sería bautizada como Adriana Quiroz, la mujer que a los 22 años se casaría con él y ella escribe al final del libro ¿Qué me dio Valadés? Contestándose: Me enseñó a cultivar la amistad; me regaló, envueltos en hilos de oro, el misterio de las Mil y una noches; nos dejamos seducir por la ciudad de Buenos Aires: nos juramos amor ante el mar de Guaymas, ese mar que lo vio nacer, ese mar que lo dejó ir. Nos echamos clavados en las librerías de viejo de Donceles. Me dio su mundo: rico, generoso, lleno de sorpresas. Me contagió su capacidad de asombro y de su mano conocí y traté a escritores de la talla de Rulfo, Arreola, Henestrosa y Del Paso.

Posible lector, espero haberle despertado la curiosidad de conocer la gran obra de este mexicano.

Miembro de la Asociación de Periodistas y Escritores de Nayarit, A C (APENAC)
Correo: arturocamarena1@hotmail.com

2 comentarios:

  1. Cuando leí su comentario encomioso al señor Ontiveros acerca de que es un gran escritor, le añadiría que ese señor escribe todavía mejor cuando recurre al plagio. Yo a Usted no lo conozco, pero he tenido ocasión de leerlo desde hace algún tiempo en periódicos y ahora en Internet, y me he formado la idea de que usted es una persona culta, pero a veces se resbala como en esta ocasión, pues no lo enaltece elogiar a un bribón como “El Chochomo”. Yo le pregunto, con qué autoridad moral este tipo “reprende” a otras personas, cómo un mercenario del periodismo se atreve a dar lecciones de moral a los demás.

    Respecto a que Amado Nervo fue precursor de la ciencia ficción, sólo una aclaración: la obra que usted menciona no se llama “El Congelado” sino “Los Congelados”, y es una breve narración de lo que se conoce ahora como “criogenia”, abordada desde un punto de vista mecanicista típico de la época ilustrada. De hecho, la idea que desarrolla Nervo aquí, sin llamarle con el nombre de criogenia que le era desconocido, es parecida a la concepción del cuerpo humano que presenta La Mettrie en su obra “El hombre máquina”.

    ResponderEliminar
  2. El "famoso" Edagar Arellano Ontiveros, en Nayarit es un respetable empresario periodistico, pues es dueño del diario Exprees, trincehra que le sirve para denostar a todo mundo; en cada persona este señor "lumnrera de las letras", se precia de culto y arremete con todo mundo, incluso hasta con sus trabajadores a quienes denigra de la forma más cruel; no,les paga seguro social, ni tampoco un salario. Sus trabajadores reciben migajas de los Ayuntamientos productos del chantaje de este señor; en realidad, de su bolsa no sale ni un peso para pagarle a sus reporteros...los pesos salen de las autoridades municipales, por lo que visto el asunto de esta manera "Edgar Arellano de Cervantes", ni siquiera llega a patrón. Es, es sí, un delincuente fichado en tierra, Mazatlán, Sinaloa, de donde se vino huyendo cuando la policía le poisaba los talones por todos atracos que allá cometió. ¿UN homnbre de tal catadura tendrá la solvencia moral para juzgar a sus semejantes?
    A los políticos que no sucumben a sus sobornos los golpea sañudadamente. Pero se olvida que en su estado natal tiene un largo historial delictivo; allá se le conoce como "El Chochomo" y en Nayarit es Don Edgar Arellano--por cierto, su nombre real no es Edgar--es otro que las autoridades mazatlecas conocen muy bien. Pero, este traficante de las letras estuvo a punto de recibir el Premio Estatal de Periodismo, gracias a que se pirateó una columna que no era de su autoría. Como diría el propio señor Arellano: ¡No tiene madre! o ¿usted qué opina?

    ResponderEliminar