La inseguridad nuestra de cada día
Miguel Ángel Arce Montiel*
Nayarit, que era considerado sólo un lugar de paso del narcotráfico y del crimen organizado, un territorio “neutral”, una zona segura, es ahora un nuevo escenario de la violencia y la inseguridad. Lo que aquí sucede es el rompimiento de los equilibrios en la operación de las distintas bandas, es la incapacidad gubernamental para poner orden, es el deterioro social, la manifestación de la crisis económica, es la necesidad de replantearnos nuevas reglas y acciones que eviten e inhiban este grave problema.
Efectivamente, Nayarit no es Ciudad Juárez o Tamaulipas, ni siquiera Michoacán o Sinaloa, pero tampoco podemos decir que no pasa nada, o que son rumores o hechos aislados. Es algo tan complejo que tiene que ver con el ejercicio del poder, con la impartición de justicia, con la corrupción y la impunidad; es la descomposición misma del sistema político aunado a la perdida de valores, la mala educación y la falta de oportunidades para todos.
Son demasiados acontecimientos para una población tan pequeña: ¿Cómo explicarnos tantos “levantones”, decapitados, calcinados, enfrentamientos, ajustes de cuentas, balaceras, en una entidad otrora tan tranquila? ¿Es de verdad tan sólo el “coletazo” de los “malosos”? ¿En realidad nos rebasó el problema o simplemente se deja pasar como parte de un conflicto nacional?
El gobierno federal se ha empeñado en militarizar el país, con resultados fallidos: cerca de quince mil muertos en una guerra que no termina, donde se desgasta día a día la institución castrense, se desvían recursos al gasto policíaco y se desatiende de la problemática provocada por la crisis económica que aún perdura.
Si bien la inseguridad es un problema real, no debe ser motivo para cerrar los ojos a las demandas de empleo, de vivienda, de mejoras salariales, de salud, educación y obra pública.
Ahora, a la inseguridad social se suma la inseguridad pública, por eso las medidas de control deben atender no solo los efectos sino también las causas. No basta con más armamento o más policías, ni nuevas leyes; se requieren programas de saneamiento de los cuerpos de seguridad, se necesita atacar sus operaciones financieras, pero también impulsar programas sociales y tomar en cuenta la participación ciudadana, además de medidas para mitigar los agravios generados por las crisis, mismos que pueden tornarse explosivos.
Podemos apelar a las cifras, las estadísticas, los indicadores y las comparaciones odiosas para decir que no estamos tan mal, que hay estados peores que nosotros, pero lo cierto es que la percepción ciudadana ha cambiado, algo se ha roto en la convivencia cotidiana, el temor empieza asomar en los rostros de la gente, la desconfianza en el gobierno crece, podemos justificar o explicar las cosas, sin embargo Nayarit ya no es igual.
* Presidente electo del Comité Municipal del PRD en Tepic.
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