sábado, 3 de abril de 2010

Miguel Ángel Arce Montiel - Los agravios crecientes

Los agravios crecientes

Miguel Ángel Arce Montiel

Calderón sigue acumulando agravios a todo lo largo y ancho del país. Su cuestionado gobierno, lejos de corregir rumbos y políticas, se obstina en continuarlas a pesar de los lastimados que deja en el camino. Ni su lucha contra la delincuencia lo salva, al contrario, lo hunde y lo evidencia más. ¿Por qué insistir en una batalla que sólo deja muertos y malestares mientras olvida la presente y cotidiana problemática social? Insiste en militarizar el país, cuando Ciudad Juárez demuestra lo fallido de esa medida, o quizá es únicamente una cortina de humo para avanzar en su proyecto de continuidad, de reforzamiento del régimen neoliberal que impera en México, o tal vez su debilidad política y su escasa credibilidad lo motivan a seguir este camino. Lo cierto es el creciente rosario de agravios, la irritación social, la impotencia que se vuelve rabia, la desesperanza que obliga a buscar otros caminos, a pensar otras alternativas, porque no hay disculpa que valga ante los jóvenes deportistas muertos en Ciudad Juárez, los estudiantes talento del Tecnológico de Monterrey, la familia acribillada en Novolato, Sinaloa, o recientemente los niños y adolescentes asesinados con saña es el estado de Durango. ¿Acaso sus familiares y amigos no sienten nada, no claman justicia, no piensan, no razonan, no guardan resentimiento o simplemente aceptan las explicaciones oficiales?

En verdad hay demasiados hechos que duelen y causan descontento. ¿Por qué ese empeño de mantener en la cárcel desde hace tres años a dos mujeres indígenas en Querétaro por el supuesto delito de haber secuestrado a seis policías federales ¡pobrecitos¡; o los detenidos en Campeche por protestar contra las altas tarifas eléctricas y los abusos de la CFE; o el asesinato de Margarito Montes líder campesino de la UGOCEP en Sonora; o la negligencia de las autoridades en el caso de los niños calcinados de la guardería ABC en Hermosillo Sonora. A poco creen que esto no enoja al pueblo, a los ciudadanos en general

Pero esto no basta, hay acontecimientos que atentan contra la memoria histórica, contra las conquistas laborales de los trabajadores, contra el bienestar de miles de familias, como es el caso del despido injustificado y anticonstitucional de 44 mil electricistas del Sindicato Mexicano de Electricistas y la liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro; o la resolución negativa de la corte en contra de la huelga de los mineros de Cananea, vaya ironía del destino, ellos que nos legaron la jornada de ocho horas y fueron precursores de la Revolución Mexicana, hoy se les niega la razón y se les amenaza con desalojarlos con el ejército y la policía federal preventiva; o el dolor y el coraje de las viudas, madres y compañeros de los mineros de Pasta de Conchos sepultados por la voracidad del Grupo Minera México en el estado de Coahuila.

Sin duda que en cada estado, en cada región, hay necesidades y reclamos, hay piedritas que se juntan, hay voces que gritan, que piden, que exigen, pobladores que esperan respuestas y soluciones o tan siquiera atención y presencia, pero cuando lo que encuentran es intolerancia, autoritarismo, simulación, bravatas, se pierde la confianza. Pero cuando el duelo entra a tu casa, entonces tal vez ya no haya nada que esperar, sólo empezar a luchar por una transformación profunda, que ponga al servicio de las mayorías el poder público y no de una minoría que vive en la opulencia y los privilegios.
Son tantos los agravios, no sólo personales, sino familiares, gremiales, etc., que se han convertido en agravios colectivos, que lejos de quedarnos con ellos, hay que convertirlos en una fuerza capaz de cambiar las cosas. Seguramente ellos fermentaran porque no hay nada que lo impida. Simplemente preparémonos para que eso sirva para darnos bienestar, justicia y democracia.

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