DESDE MI OPTICA (ALLENDE)
Arturo Camarena Flores
El calvario del doctor Cabrera
Desde Cuba recibí por correo una sentida semblanza escrita por el licenciado José Antonio López Espinosa titulada Enrique Cabrera, un gran mexicano amigo de Cuba y de la columna que publiqué sobre este gran personaje en el 2007 sintetizo lo siguiente: Fue un mexicano excepcional quien padeció el autoexilio por su convicción política y por su enorme capacidad intelectual que según los cánones del siglo XX nadie podía estar por encima de los “santones” de cada especialidad, forma antiquísima del sistema piramidal en la enseñanza, causa, (entre otras), del enorme atraso en el cual se debate la incipiente ciencia mexicana que sólo destaca ocasionalmente por sus individualidades.
En plena postguerra, por instrucciones del doctor Ignacio Chávez, el doctor Cabrera es enviado a París (1947), donde de alumno se convierte en profesor de los cursos de vectocardiografía, siendo solicitado por académicos de Bruselas y de Ginebra para impartirlos. En el auge a nivel mundial de la cardiología mexicana (1940-1947), los libros producto de los conocimientos de fisiología humana, de física y de matemáticas del doctor Enrique Cabrera antes de cumplir los 30 años de edad, fueron editados en francés y en italiano.
La Teoría y práctica de la electrocardiografía, su primer libro en español en 1958, también fue traducido a varios idiomas. Reintegrado a la docencia y a la investigación en Cardiología, el jefe del departamento de electrocardiografía Sodi Pallares, ante su incapacidad para refutar las teorías y enfoques del joven doctor bajo su mando, intrigó ante las autoridades para que fuera despedido del Instituto con la acusación de “ser una célula comunista que va a infectar al personal”, fama bien lograda por ser uno de los columnistas de la revista Política dirigida por Manuel Marcué Pardiñas, desde donde abiertamente apoyó a la revolución cubana, además de su participación en el Comité Mexicano por la Paz, órgano especial del Movimiento de Liberación Nacional. Después de 18 años de trabajar como ningún otro, el doctor Cabrera sufre la afrenta más grave en su vida. Es corrido del Instituto al que tanto sirvió. Aunque ganó el juicio laboral, por dignidad, no se reinstaló sino al contrario, aceptó la reiterada invitación del doctor Osvaldo Dorticós Torrado, Presidente de Cuba, a donde llegó durante la crisis de octubre de 1962 y en sólo un año organizó y desarrolló tal cantidad de programas que lo hicieron merecedor de la gratitud perenne del pueblo cubano.
Prematuramente, a los 45 años de edad, le llegó el aviso de la muerte al regresar de impartir una conferencia en la Universidad de Recife, Brasil. Después de dos cirugías en el Hospital de Neurología de La Habana se inició una rápida recuperación y es enviado por el Ministerio de Salud para la aplicación de la bomba de cobalto en el mejor centro de neurocirugía de Moscú. Las metástasis a pulmón culminaron su muerte el 9 de enero de 1964. Fue trasladado a La Habana donde sus restos se reintegraron a la tierra en el Cementerio Colón, en una tumba de mármol negro que dice: ACADEMIA DE CIENCIAS, distinción del gobierno cubano para los científicos muertos durante la reconstrucción del sistema de salud de la Cuba post-revolucionaria. También llevan su nombre: la biblioteca del hospital docente América Arias, el departamento de cardiología del Hospital Provincial de Santiago de Cuba y en la ciudad de La Habana, el Hospital Nacional de Altahabana, (1964). El 9 de octubre de 1984 en el municipio de Boyeros, se crea oficialmente la Facultad de Ciencias Médicas “Dr. Enrique Cabrera”. Grata sorpresa llevé hace 4 años al circular en Culiacán por el boulevard Dr. Enrique Cabrera y al enterarme que en el Distrito Federal se inauguró el Hospital General Dr. Enrique Cabrera en diciembre del 2009. Nunca es tarde para reconocer mexicanos ilustres.
Fuentes: 1.Mi estancia como alumno en el Instituto Nacional de Cardiología, 1960. 2. Tribuna Médica de Cuba. Cuba honra al profesor Enrique Cabrera Cossío. (Homenaje póstumo), 1964. 3. Enrique Cabrera. De la Medicina Social al Socialismo. Editorial Nuestro Tiempo. 1ª edición 1971
arturocamarena1@hotmail.com Corresponsalía en Tepic del Seminario de Cultura Mexicana.
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