lunes, 24 de mayo de 2010

Arturo Camarena - La avaricia

DESDE MI OPTICA (ALLENDE)

Arturo Camarena Flores

LA AVARICIA

En los libros siempre se aprende como vivir mejor. “Cri Crí”

La lectura me ha permitido identificar personajes de la vida real tales como los avaros. De mi lejana juventud guardo la imagen de la avaricia en todo su esplendor en la película Eugenia Grandet, mismo título de la novela de Honorato de Balzac. Otros personajes tocados por la avaricia son Harpagón, (Moliere), el Grenko interpretado por Michael Douglas y el señor Burns de la serie Los Simpson el cual hace que en lugar de lástima, los avaros causen risa. Hace décadas un amigo me preguntó que como era posible que yo no trajera un gran anillo con brillantes y un gran carro (LTD) como él, modesto comerciante. Mi tranquila respuesta fue que no necesitaba de esos artificios para seguir siendo quien soy, un profesional de la medicina. Aunque él nunca había leído ni el titulo del libro El tener y el Ser, listo como era, comprendió perfectamente el planteamiento. “Si yo soy lo que tengo y, si lo que tengo se pierde, entonces ¿Quién soy? Nadie. Un testimonio frustrado, contradictorio., patético, de un falso modo de vivir” escribió Erich Fromm en dicho libro y nadie pudo describir mejor esta anomalía de la conducta.

Aunque no abundan, es posible que usted conozca algún avaro. Son personas que sean o no ricos, viven como pobres por el intenso miedo a la pobreza. Coleccionan, atesoran y cuentan sus monedas, recibos de intereses, de rentas de sus propiedades y de sus préstamos, siendo estas acciones lo mas atractivo de sus vidas. Beben poco y comen menos. Se comprende que no sean casados ni tengan hijos pero cuando por cubrir las apariencias tienen pareja, le cuentan los jitomates y chiles que gasta en la salsa. Así es comprensible que sus gastos personales sean lo mínimo igual que en comer y en vestir. Es impresionante este trastorno mental y es mas lo que se ignora que lo sabido acerca de si la herencia tiene un papel preponderante o si el complejo de inferioridad tiene predominio. La mayoría de los autores consultados sobre el tema hablan de “pecado” y condenan a la avaricia y son repeticiones de lo mismo de siempre. Lo interesante sería un estudio tanto psiquiátrico como genético que no he encontrado. Dos o tres avaros me han confiado algunas de sus estrategias de vida: el primero se ufanaba de que compraba un pollo y le duraba una semana completa y el otro que venía de Santiago, habría la cajuela y me enseñaba como ahorrar al traer su agua para tomar en un bote que quemaba al tocarlo. En sus escritorios tenían toda clase de alhajas y de los bancos transferían sus dineros a donde les redituara mas ganancia. Cuando se murieron les han de haber depositado un cuantioso cheque de caja para que lo cobraran en el más allá. Que forma tan extraña de “vivir”. Cuentan por ahí que hay maestros que no enseñan totalmente su oficio por la avaricia, la codicia de ser los únicos poseedores de esas destrezas que desaparecen a su muerte. Incluso los gobernantes se rodean de personas a quienes excepcionalmente pasan su experiencia para evitar la competencia y el hipotético desplazamiento.

En un sentido general me llamó la atención el enfoque de la avaricia en los políticos y en los consorcios industriales tanto de la nutrición como de los medicamentos. Los políticos coleccionan puestos administrativos, sindicales, gerenciales; los diputados y senadores luchan por ser gobernadores y terminando esta posición, la buscan aunque sea de diputado (¿verdad Celso?) o hasta de conserje. Si su partido no los complace con su desenfrenada avaricia pues se cambian a otro como Navarro Quintero. Esto parece increíble pero son ejemplos que vemos continuamente con estos enfermos por el poder que desde jóvenes se dedicaron con toda voluntad a bien vivir del presupuesto. En cuanto a los laboratorios farmacéuticos, estudios sociológicos nos dicen que primero intencionadamente crean las “enfermedades” y luego los satisfactores para así recoger millones de pesos de usuarios de medicinas para la osteoporosis, el colon irritable, el estrés y así hasta el infinito. Las compañías refresqueras y los fabricantes de alimentos “chatarra” a través de costosas campañas radio televisivas condicionan el consumo de sus nocivos productos, que contribuyen al aumento de la diabetes y otras enfermedades degenerativas. Toda la iniciativa privada trabajando por la avaricia de acumular más y más capital. ¿Y la salud? De esa que se encargue el Estado. Es probable que la ciencia del futuro descubra que el origen de la avaricia radica en equis o zeta porción del gene.

Miembro de la Asociación de Periodistas y Escritores de Nayarit, A C (APENAC)
Correo: arturocamarena1@hotmail.com

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