lunes, 17 de mayo de 2010

Arturo Camarena - La envidia

DESDE MI OPTICA (ALLENDE)

La envidia: enfermedad profesional de los escritores.
José Emilio Pacheco

LA ENVIDIA

Arturo Camarena Flores

La palabra envidia tiene la misma raíz de invidente, video, (vide), que significa ver y por lo tanto se refiere al malestar, al descontento de mirar o de darse cuenta del bien ajeno y el deseo de ser él (o ella), el poseedor de ese bien. Dicen los estudiosos de este nefasto sentimiento que se siente un pesar por el bienestar ajeno y que lo padecen individuos desarrollados en el mismo ambiente con las mismas dificultades por superar pero sólo algunos logran sus objetivos y los restantes, frustrados, “se mueren de envidia”. Como parte del desarrollo de la personalidad, la adolescencia adolece de la seguridad que aporta la madurez y es en ese período cuando la envidia se manifiesta con mas intensidad sea porque el otro o los otros tienen mas ropa, mas presencia física y otros atributos. Si se sale del pequeño círculo y se convive con grandes grupos de personas uno tiene que aceptar que existe quienes “nacieron para ganar” pues tienen todo a su favor y si fracasan es atribuible a ellos mismos que no supieron capitalizar su apellido, relaciones ni su persona toda.

Pretendiendo la filosofía conocer de todo cuanto hay en el universo, Bertrand Russell sentenció: “La envidia es una de las más potentes causas de la infelicidad”. Confieso que cuando chico sentía envidia de los que tenían bicicleta hasta que logré la propia pero en la universidad comprendí que tendría que esforzarme lo máximo y ni así alcanzaría a grupos de compañeros del mismo salón cuyo desempeño académico nos dejaba muy lejos a todos los demás. Se trataba de unos cuatro jóvenes de origen judío que presentaban casos clínicos de excelencia, conversaban en ingles, se desplazaban en sus automóviles y contaban con una enorme biblioteca. A los años se confirmó mi primera impresión y los veo como autores de artículos de investigación biomédica y como Jefes de Servicio en los hospitales más importantes del país con períodos de visita como profesores a universidades de los Estados Unidos. Eso estaba visto y no tendría por que estar envidioso de sus logros sino al contrario, estar contento por haber sido uno de sus condiscípulos.

Uno tiene que evaluar sus potencialidades y saber reconocer sus carencias para llevar una vida sana, sin rencor, sin envidia. Revisar sus logros, (que algunos ha de haber) y si se logró conformar una familia (empresa nada fácil), puede ser tema incluso de jactancia pues no cualquiera puede con ello. El título de este tema se me ocurrió al oír unas líneas del poema del multipremiado José Emilio Pacheco que en referencia a la envidia dice:“al mover una piedra, ahí estaba reptando, pululando” y recordé el dicho: si la envidia fuera tiña, todos estaríamos tiñosos” pero no por modestia dejaré de señalar que no me considero envidioso sino al contrario, gozo y disfruto cada triunfo de cualquier humano aun sin conocerlo y claro que mas cuando es alguien cercano a mi entorno. Lo invito a hacer un esfuerzo y dejar de pertenecer al grupo de envidiosos si es que tiene el valor de aceptar que lo es. Preguntar por la receta no es lo adecuado pues no se considera una enfermedad propiamente dicha sino una falta del desarrollo personal y tal vez usted mismo sea su mejor curador. Se lo dejo de tarea y le deseo el mejor de los éxitos.

Manifiesto un regocijo que perdura pues el jueves 6 de mayo 20l0 estuvieron reunidos en el edificio del Centro Estatal para las Culturas Populares e Indígenas, (SECUPI), sito en Avenida México y Emiliano Zapata tres personajes nayaritas y un grupo cubano-nayarita que han puesto el nombre de nuestro Estado muy en alto donde se han presentado: Enriqueta NavaGómez, el también periodista y escritor Enrique Bautista González y la soprano Alma Rocío Jiménez quien fue acompañada por la Orquesta de Cámara del Estado de Nayarit. El plausible motivo fue dar a conocer en su tierra la obra que obtuvo el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero, cuya autora originaria de Bellavista, Queta Navagómez se hizo acompañar del historiador Enrique Bautista quien con la seguridad que lo caracteriza hizo un retrato hablado de Manuel Lozada “El Tigre de Alica” título del libro presentado. Ella emocionada leyó algunos pasajes llenos de belleza literaria y la coronación del acto fue la actuación de la tepicense Alma Rocío quien se ha hecho de un nombre en la difícil carrera de la operística. El marco exacto para acompañarla fue nuestra Orquesta de Cámara, muy nivelada pero sin proponérselo, para mi gusto destacó en la ejecución de la flauta transversa, Carlos Hudson Montenegro, casi paisano por adopción. La presentadora y anfitriona Alma Vidal utilizó muy bien el presupuesto y la selecta concurrencia fue agasajada también con excelentes viandas, vino de mesa, café y refrescos, prosiguiendo así los obligados comentarios de esta inolvidable tarde-noche literario musical.

Usted, estimado amigo (a), platique todo lo agradable que haya presenciado y no propague lo que no le consta. Aléjese de los que se la pasan hablando mal de los ausentes y trate de ser feliz. Es una elección de vida. Así, cuando oiga la palabra envidia, pensativo dirá: ¿Qué es esa cosa?

Miembro de la Asociación de Periodistas y Escritores de Nayarit, A C (APENAC)
Correo: arturocamarena1@hotmail.com

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