EL COMENTARIO DE: Carlos Treviño
EL JEJEN Y LOS SUEÑOS GUAJIROS
Cuando el pleito entre sus dioses, Egipto padeció 10 plagas. Una de ellas fue el jején. Lo consigna la biblia y eleva a este insignificante (por su tamaño) mosquito a dimensión de catástrofe. Díptera simuliade es su nombre científico, mosca negra o mosco de la arena también le llaman. Su tamaño es como la cabeza de un alfiler y su presencia se delata por el intenso y agudo dolor causado por su picadura. Es más audaz, agresivo y numeroso que el zancudo. Cuando hay aire no opera. No pica a través de la ropa como el zancudo y ataca en enjambre. Sería imposible vivir en esta zona si la agresividad del jején se prolongara todo el día. Su acometida es al amanecer y al anochecer en un lapso de una hora más o menos, cada vez. A diferencia del zancudo que solo se aparece en tiempo de lluvia el jején prevalece todo el año. El zancudo pica con su “aguijón” y chupa la sangre (solo lo hacen las hembras, que lo requieren para su reproducción) el jején muerde. Durante los días de luna llena, el jején se muestra más activo debido a que hay más individuos sueltos. Esto es porque estos días la marea sube más, de forma que inunda más área de arena y desaloja al jején; que incuba y se protege en la arena. Por esto las nebulizaciones para su exterminio se realizan estos días con mayor efectividad. Este mosquito milenario tiene algunos siglos o quizá algunos miles de años arraigado en la zona de San Blas. De ahí que los ensayos que se han hecho al voltear la arena, han sido positivos. El piso de adoquín asentado y junteado con arena favorece el ciclo del jején. Forma parte de la cadena alimenticia y ha habido múltiples y novedosos intentos para exterminarlo.
Durante el siglo XIX en sus informes al Virrey, el comandante de Puerto describía las muchas y variadas bondades de esta tierra y añadía “….si no fuera por esta plaga maldita…” Invariablemente esta expresión estaba presente en cada informe. Así también, las agendas de viajeros o visitantes distinguidos y de los otros también, dejan constancia del jején, cuyas picaduras son desproporcionadamente dolorosas en comparación a su diminuto tamaño.
Basil Hall, capitán de navío ingles llegó a San Blas en marzo de 1822 y dentro de las descripciones de la Villa mencionaba el extremoso clima acompañado de Jejenes. En su diario marca detalladamente la poca halagadora experiencia de convivir con los insoportables mosquitos. “Por la mañana, en medio del sofocante calor, una nube de mosquitos lo ataca a uno y otro mal más terrible aún. La mosca de la arena que no se advierte sino hasta el momento que pica y el dolor la delata…” “Al más curtido de los nativos en este caso no le iba mejor que a nosotros y a veces nos asaltaba una especie de satisfacción perversa por este malestar compartido.” “No acierto a decir que era peor, el zumbido incesante y el agudo aguijón del mosquito a los ataques silenciosos pero multiplicados de los jejenes”.
En Noviembre de 1826 visita la zona Antonio J. Valdés quien describe su suplicio al atravesar las zonas estuarinas “…las exhalaciones pútridas y pestilentes; semejantes fluidos procedían de los cenégales que iba atravesando…no podías ni manejar el caballo en fuerza de la variedad de insectos que por toda parte te aguijoneaban…” y sugería “abrase canales que den corriente a aquellos mares; desmonten aquel manglar espeso que nutre en sus raíces tanta inmundicia…”
En 1867 el cura de San Blas solicitó permiso al gobierno eclesiástico de Guadalajara para desmontar los manglares y palapares cercanos al pueblo. A fin de aminorar la presencia del jején. No se sabe de respuesta alguna. En marzo de 1854 llega a San Blas Ernest de Vigneaux, prisionero de guerra, que participó bajo el mando del Conde Gastón de Rausset en el fallido propósito de conquistar el noroeste mexicano. Al margen de su condición, su paso por el puerto fue fugaz; no obstante, pudo hacer una colorida descripción del paisaje que observó. Rescato lo siguiente: “El mosquitero es un acompañamiento necesario para deleites del sueño….ya que a veces los mosquitos nublan la vista y más bien harían pensar en un inminente eclipse de sol, aun a mediodía.
Hace algunas décadas se registro un programa intenso y prolongado contra el zancudo (anofeles) sobre todo en las zonas estaurinas y de palapares, por la amenaza de Paludismo. Actualmente sucede algo similar por la amenaza del dengue. El zancudo implica el riesgo de epidemia. El jején es irritante molestia. Mas reciente, cuentan que un notable de San Blas, Martin Lizárraga, armó la iniciativa y realizó fumigaciones con “malatión”, producto extremadamente toxico, (prohibido actualmente en muchos países de América), con inesperados y desalentadores resultados. Exterminaron no solo jejenes y zancudos, también pericos, pollos, garzas, ranas, cangrejos y un colmenar. De entonces dicen que quedó así; aunque algunos afirman que ya estaba desde endenantes. De esto hace ± 15 años.
Más reciente se creó la Fundación contra el mosquito 2002 A.C. San Blas Nayarit comandada por Domingo Gutiérrez cuyas operaciones, aunque costosas tuvieron cierto éxito. Diseñaron y encontraron un procedimiento y un insecticida (acuareslim) con el que nebulizando tres veces durante la luna llena se logró controlar, dicen los nativos, hasta en un 80% la presencia del jején. El efecto duraba un mes. Se aplicó 7 u 8 meses. Costaba más o menos $ 70,000 cada vez. Entre comerciantes y población aportaban la mitad y el ayuntamiento de Miguel Bernal el resto, más vehículo, personal gasolina que aportaba la Secretaria de Salud. La felicidad duró hasta que los comerciantes ya no aportaron y todos volvieron a disfrutar del jején en su esplendor.
El éxito fugaz, obtenido por el esfuerzo de la Fundación contra el mosquito mediante las nebulizaciones en días de luna llena, no fue sostenido por su costo. Pero aún salvando este punto, no se pudo saber el impacto ecológico que esto tendría a la larga. Tampoco las consecuencias en el resto de los individuos de la cadena alimenticia (incluido el hombre). La motivación principal para buscar el exterminio (o cuando menos el control) del jején es porque molesta y aleja al turismo (de paso se quitarían la molestia los oriundos).
Pese a los esfuerzos en diferentes tiempos, con diferentes metodologías, el jején sigue tan campante como Jhony Walker por eso me llamó la atención la propuesta del legislador Raúl Mejía como promesa ¿de campaña? a los habitantes de la costa del Estado de acabar con el jején y el zancudo. Esta promesa y los sueños guajiros, o las sonajas y los espejitos son la misma cosa. Se sigue abusando de la cortísima memoria histórica.
Tepic, Nayarit; 26 de Agosto del 2010.
No hay comentarios:
Publicar un comentario